Cada vez se añaden más elementos y el festejo como lo conocemos ahora abarca muchas áreas artesanales como el dibujo, el teatro, la danza y la literatura. Además de la visita a los panteones, arreglar las tumbas, el pan de muerto que evidentemente a todos nos gusta y las flores de cempasúchil.
El punto es que en pleno siglo XXI el mexicano sigue viviendo el Día de Muertos como nadie en el mundo: con mucha alegría y colorido. Incorporando tradiciones prehispánicas como las ofrendas a los muertos y más actuales como la Catrina de José Guadalupe Posada.
Para algunas personas de otros países será rara esta relación que tenemos con la muerte donde nos comemos a las calaveras y ponemos velas y fotos de difuntos en nuestras casas. Pero para nosotros es lo más normal del mundo y una fiesta donde la familia se reúne.
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